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Yayoi Kusama |
Obsesiva,
compulsiva, extravagante, camaleónica… es imposible que la artista Yayoi Kusama
pase desapercibida. Mundialmente conocida, sus obras son admiradas por su
excentricidad. Como muchos otros autores, decidió volcarse en la pintura para
superar sus intentos suicidas, consecuencia de una traumática infancia.
Kusama
comenzó a tener alucinaciones a una edad muy temprana y las volcó en sus
dibujos, convirtiéndose más en una cura que en algo artístico en sí. No ayudó
nada a su desorden psíquico su baja autoestima, provocada en mayor parte por su
madre, una mujer que odiaba todo lo referido al arte y se encargaba de destruir
cualquier cosa que caía en sus manos. Una persona muy obsesiva, violenta y que
llegaba a tal punto que utilizaba a su hija para espiar las infidelidades de su
padre. Principal motivo por el cual la idea del sexo le resulta tremendamente
traumática, a tal punto que confiesa que tuvo su última relación sexual con 20
años.
Su
obra está impregnada de contenido autobiográfico, psicológico y sexual, e
incluye desde la pintura a la escultura. Kusama, como buena artista, también se
ha interesado por el mundo de la literatura, el cine e incluso el diseño de
moda.
Kusama
comparte algunos atributos del feminismo, surrealismo, pop y expresionismo
abstracto, influencias por su estancia en Nueva York durante casi 20 años.
Durante
esos años, Kusama organizó numerosas manifestaciones, entre las que destaca el
apoyo a la homosexualidad. Sus performances, orgías y happenings sexuales se
han convertido en un signo de identidad de la artista, ya que encontramos la
disolución del límite entre el arte y la realidad y a su vez la eliminación de
la distancia entre la obra y la audiencia, haciendo que intervenga el
espectador.
El
gran salto mediático lo logró con el ‘Festival
del cuerpo pintado’, frente a la catedral de St. Patrick, en la Quinta
Avenida. Allí se arrojaron Biblias, quemaron banderas estadounidenses y a
continuación se dispusieron a realizar actos sexuales en público. A partir de
entonces, los performances fueron creciendo. Se llegó a tal punto que la
televisión de Alemania Occidental la contrató para llevar a cabo un happening
en vivo. Kusama organizó a un grupo de hombres para tener sexo en una habitación
constituida exclusivamente con espejos. Podríamos llegar a la conclusión que
obtuvo la fama a través de la provocación, del desafío a la autoridad.
Regresó de forma definitiva a Japón en 1973, donde
vive desde entonces en un hospital psiquiátrico por propia voluntad. Su vuelta
a Tokio no tuvo el reconocimiento público que esperaba, por lo que cayó en una
profunda depresión y pasó 30 años sin pintar, dedicando todo su tiempo a sus
poemas.
Se
describe a sí misma como una artista obsesiva, algo que se puede apreciar a
través de la repetición de ciertos elementos en cada una de sus obras. De ahí
el nombre de sus exposiciones, que giran en torno a la ‘Obsesión infinita’ y el concepto de redes de infinito, que se trata de su elemento más identificativo:
los lunares. Según la artista, los famosos
polka dots son una forma de vida (el
sol, la luna, las estrellas, cada ser humano…) que no pueden existir por sí
mismos, sino solo cuando se reúnen unos con otros. Cree firmemente en la
grandeza del universo y de su poder magnético y misterioso. Los ha utilizado en
salas, esculturas y en objetos de diseño en distintas variaciones y colores,
aunque siempre intensos e incluso traslada esos lunares a su armario, en
llamativos trajes y pelucas de colores. Otro
elemento muy relevante de su obra son los penes de tela. Como hicimos
referencia anteriormente, uno de los traumas de la artista es su terror a todo
lo relacionado con el sexo. Aunque ella admite que está a favor del libertinaje
sexual, no muestra interés en el sexo en sí. Algo en cierto modo contradictorio,
pero justifica que lo llevó a cabo como una manera de sobreponerse a su trauma.
Llegaríamos
a la conclusión de que realmente la fama de la artista se debe en exclusiva a
utilizar la sexualidad en sus obras. Un tema que cuando era joven, tenía una
gran restricción social, por lo que obtuvo mucha publicidad a través de ese
desafío a la sociedad. También hay que señalar que es un tema que nunca muere.
Ya por el hecho de que se trata de un instinto básico del ser humano, por lo
que de un modo u otro ha conseguido perecer en la sociedad. Otro de los motivos
‘poco éticos’ que se barajan sobre la fama de Kusama es su residencia. A todos
nos gustan las historias traumáticas, todo lo que tenga que ver con el morbo.
Por lo que vivir en un psiquiátrico ha ayudado de alguna forma a hacerse un
nombre, es como diría Óscar Wilde ‘que
hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen’.
En
ambos casos, la artista utilizó su enfermedad mental para beneficiarse
económicamente. Pero hablando ya en términos artísticos, es obvia la
utilización de sus brotes psicóticos en sus obras porque utiliza su arte para poder liberarse de todo lo que
le obsesiona. Traduce sus vivencias en arte, que es la principal misión de
este, transmitir.

Marc
Jacobs, un diseñador de moda estadounidense, quiso rendir homenaje a esta
artista tan excepcional, por la que siente una profunda admiración. Esta
colaboración nos hace plantearnos si realmente Kusama sería lo que comúnmente
llamaríamos artista. Por idea general, un artista se trata de alguien que
quiere vivir de su arte, sin ninguna intención económica o buscando fama. Pero
aquí es donde aparece el término de ética. Es obvio que pierde cierto valor
artístico al participar en este tipo de trabajos, pero no es menos cierto que para
crear hace falta poder mantenerse. Puede
que vender zapatos, relojes, accesorios y los famosos bolsos de Louis Vuitton
sea ‘poco artístico’, pero es una buenísima oportunidad para darse a conocer,
por ser una marca tan distinguida. Dentro de lo que cabe, muchas personas
consideran que la moda es un arte, por lo que podría justificarle alegando que
solo está participando en otro tipo de formato.
Respecto
a la opinión que tienen los medios sobre su colaboración con esta marca de moda
como de su trayectoria u obras en general, no he encontrado de hecho ningún
artículo que la desestimara. Algo que especialmente me ha llamado la atención,
porque incluso en blogs, todos la alaban. Alegan que hay ciertos puntos de la
artista que son difíciles de asimilar y que no comprenden en parte cómo a casi
todo el mundo le puede gustar, pero acaban diciendo que Yayoi Kusama es una
artista espléndida. Supongo que debido a su estado mental, todos tienen
especial cuidado de las palabras que emplean para referirse a la artista y es
muy difícil criticarla cuando su arte es la cura de su enfermedad. Al ser una
persona realmente vulnerable, creo que pocas personas pueden hacerle frente de
forma más objetiva. El arte es subjetivo, por lo que me es curioso que no haya
diversas opiniones y todas estén cortadas con el mismo patrón. Pero claro está,
eso es solo una opinión personal.
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