sábado, 18 de octubre de 2014

Conociendo Madrid: La Llamada

Aprovecho que tengo un rato libre para comentaros la última obra de teatro que vi: La Llamada
Mi intención no es otra que vayáis. En serio, si no tenéis nada que hacer este finde, ¿a qué estáis esperando? Puede que no sea una obra a gran escala, pero atrapa al espectador como ninguna. 

La historia es tan absurda como encantadora. Dos chicas adolescentes han ido a parar a un campamento de verano dirigido por monjas. Tras haberse escapado una noche, son castigadas y vigiladas por dos religiosas: una monja muy manipulable y soñadora y la otra gruñona pero de buen corazón. Una noche, a una de las niñas se le aparece Dios cantándole canciones de Whitney Houston. Entonces ella comienza a plantearse por qué ha venido a verla

Creo que las apariencias engañan y este es uno de esos casos. Puede que a simple vista no parezca nada del otro mundo, que llegue a rozar lo cutre, pero ni por asomo. 

La puesta en escena no es otra que una litera, ropa tirada por el suelo, un grupo de músicos con uniformes de campamento y una historia para entretener. Si lo que tanteas en una obra con trascendencia, esta no es la suya. Pero si lo que buscas es un no parar de reír y cantar las mejores canciones del mundo entero, no te vas a equivocar con esta.

El guión, firmado por dos directores Javier Ambrossi y Javier Calvo, no tiene otro adjetivo para calificarlo que de ingenioso. Ingenioso porque con una historia sencilla ha conseguido llegar al corazón de cada uno de los espectadores del Teatro Lara. Eso es lo que le hace ser una gran obra porque a pesar de no tener un escenario enorme, vestuarios espectaculares y recursos ilimitados, han sabido sacarle partido a cada uno de los miembros su equipo.  

Entre su elenco podemos encontrarnos con Macarena García (que me tiene conquistada en su papel como Sonia en la serie de Telecinco B&B), Gracia Olayo (me sacaba de quicio pero tenía su encanto en Los protegidos), Belén Cuesta (paisana mía y que considero que tiene una gran carrera por delante), Anna Castillo (un nuevo descubrimiento para mi y que he de felicitarle por su tremenda espontaneidad y carisma) y Richard Collins Moore.

Lo que más caracteriza a esta obra sin lugar a dudas es la sencillez. La sencillez como virtud. Hacía más de un año que quería ir y la espera ha merecido la pena (y no solo por los dos besazos que me dio Javier Calvo). 

Espero que sigan como hasta hora y puedan llegarle a muchísima más gente. Porque sobre todo, en estos tiempos, nunca está de más regalar unas sonrisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario