jueves, 16 de enero de 2014

Caminando entre libros: Sentido y sensibilidad

Portada del libro
Siento debilidad por Jane Austen. Desde que leí Orgullo y prejuicio la consideré mi escritora favorita. No fui muy imparcial, ya que me había leído únicamente un libro suyo. El segundo fue Emma. Lo comencé con cierto recelo. Tenía el listón tan alto que dudaba con creces que pudiese superar a la novela que dio vida a  Mr. Darcy. No me equivocaba. Me encantó, pero el motivo por el cual me gustó tanto fue porque era mera copia de Orgullo y prejuicio. Con esto no quiero decir que sean exactamente iguales, sino que la esencia es la misma. No tuve en ningún momento esas ansias por terminar el libro como por Orgullo y prejuicio, y es que ya estaba, por decirlo de alguna forma, 'preparada' y sabía con cierta exactitud lo que iba a encontrarme. Finalmente decidí leerme todos sus libros y comencé por una de sus novelas más conocidas: Sentido y sensibilidad.



No se diferencia en absoluto con las otras dos obras anteriores que nombré. La escritora inglesa sigue fiel a su estilo y con esta historia nos vuelve a mostrar los entresijos de la época y la conducta humana. Es una lectura bastante accesible para cualquiera que tenga un mínimo de interés. No cabe duda alguna que tiene muchas cualidades esta novela y es que debajo de esa escritura aparentemente sencilla, se esconde una gran complejidad. Con esto quiero decir que ha tenido la asombrosa habilidad de abarcar en tan solo unas pocas páginas, muchos de los temas que son imprescindibles hoy día. También fueron relevantes en su época, pero actualmente son una referencia. No hace tanto que la sociedad ha comenzado a cambiar respecto a la igualdad entre sexos, de hecho, seguimos en ello.

¿Por qué recomendaría este libro? Porque por mucho que me queje de que todas sus novelas son exactamente iguales, eso no implica que una tenga más calidad que otra.
Hay que destacar sobre todo el trabajo que invirtió en los personajes. Consigue muy pronto que entablemos una cordial empatía con cada uno de ellos. A veces suele tender a la exageración de sus emociones y sentimientos, pero son figuras tan humanas, que es imposible no cogerles cariño. 
Marianne, una de las protagonistas, es sin duda uno de los personajes que más quebraderos de cabeza me ha dado. Una chica que cree en el amor al más estilo Romero y Julieta. ¿Cómo una persona puede incluso arriesgar su salud por un desengaño amoroso? ¿Cómo puede ver digno morir por amor? Su imaginación desbordante me sacaba de quicio a cada palabra que decía, pero me di cuenta que tenía más cosas en común con este personaje de lo que me imaginaba. 
Por otro lado Elinor, el personaje protagonista por excelencia, es una mujer totalmente opuesta a Marianne. Correcta y reservada. Su tendencia a la introspección la conduce a sufrir en soledad. En mi caso, fue con la que más me identifiqué y me hizo reflexionar sobre si realmente merece la pena ser así. ¿Callar nuestros sentimientos y emociones nos ayuda a sobrellevarlos con mayor dignidad o es mejor comentarlos y exponer nuestra vulnerabilidad? Llega a uno a planteárselo a lo largo de toda la historia y podríamos afirmar que tiene una cierta semejanza a una parábola.
Realmente todos sus relatos son así: llenos de dilemas existenciales. 

Siguen siendo tan exitosas sus obras porque las pasiones son algo universal y atemporal, es decir, que son siempre las mismas. Y para bien o para mal, la forma con  la que las afrontamos es bastante similar.
Sin darnos cuenta, nos hipnotiza hasta tal punto que es imposible despegar las manos del papel, simplemente por su exquisito uso de la sencillez y por un tema tan vital como el amor.  

3 comentarios:

  1. La verdad es que Jane Austen es una de mis (muchas) asignaturas pendientes. Leí Orgullo y prejuicio hace muchos años y creo que necesito una relectura urgente y abrirme a otras novelas suyas. Gracias por la reseña. Saludos.

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    1. ¡Te la recomiendo encarecidamente! Una escritora que no puede faltar en nuestro repertorio.
      ¡Gracias por comentar!

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  2. Yo estoy igual que David, leí Orgullo y Prejuicio hasta la mitad y lo dejé a un lado. Hasta hoy, no sé leer clásicos. Pero haré un esfuerzo.

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